*~*:.¨.:Un nuevo comienzo:.¨.:*~*

Recuerdo haber visto mis ojos en el espejo aquella mañana de octubre. Se veían claros a la luz del sol. Sonreí a mi reflejo y me di cuenta que había un huequito en mi sonrisa: mi primer diente de leche se había caído. Amplié mi sonrisa al ver entrar a mi mamá, la cual se apresuró hacia mí y me abrazó. >> ¿Estás lista linda?<< Me tomé muy en serio sus palabras, a la edad de 6 años, los estereotipos no existían y a mi parecer yo era hermosa.
Todo eso  antes de saber que para ser “hermosa” en la industria de la moda, tenía que mucho más que una cara bonita. El porte y la elegancia eran cosas esenciales. Aunado a ello la disposición de amar esta profesión.
Ahora años después de empezar mi carrera como modelo, me mudo. Pasé de vivir en la “metrópoli del mundo” al campo. Ahora estaba en el aeropuerto regional de Sioux Falls mirando hacia los lados, encontrándome casi siempre con miradas curiosas, supongo que por mi belleza, o tal vez por mi forma de vestir. ”No cualquiera viste ropa de diseñador”, recordé.
Definitivamente lo único que me agradaba, dondequiera que estuviese, era que todos los chicos me miraban como algo verdaderamente extraño, pero exquisito a la vez. Recuerdo que en la preparatoria tenía un novio que adoraba la mitología griega, y él me decía que era irónico que me llamara Helena, ya que en Grecia “Helena” era la mujer más bella del mundo entero-y muchos me consideraban así: la más hermosa-, y que eran sus rizos rubios los encantaban a los extraños desde pequeña, y que eran sus ojos azules turquesas los que hipnotizaban a sus pretendientes. Era aún más irónico que yo tuviera esas características.
Y bueno ya que estamos hablando de ironías, tengo que decir que estoy nada conforme con este cambio de domicilio, pues tuve que abandonar lo que tanto amaba por tiempo indefinido. ¿Lo irónico? Es que gracias a mi amor a mi carrera tengo que mudarme, mi madre no acepta que en este trabajo hay ciertas restricciones.  ¿Algo todavía más irónico? Me agradaba jugar con los sentimientos de los chicos y esa también fue ser una razón para mudarnos. Si no hubiera sido por ese hecho mis padres jamás habrían conseguido que me mudara. Admito que  lo que hice fue algo cruel. Lastimé el corazón de uno de mis mejores amigos. Él estaba enamorado de mí, y yo fui su novia por un tiempo…pero lo fui por una apuesta. Eso lo lastimó demasiado al igual que a mí. Era el único verdadero amigo que tenía… y lo perdí…
En fin. La vida continúa ¿no?
Como me había resistido a ir a rehabilitación, mi madre me dio algunas semanas para “reflexionar”, así que en lugar de ir a ese horrible internado, nos mudamos a una casa rentada. Aún así lo único que yo veía bueno, era que al menos la casa se localizaba en un vecindario privilegiado.
Pero eso no quita mi aversión al campo. Odio tener que pisar el pasto- o peor aún el trigo- , en lugar de modelar por una hermosa y brillante pasarela. Bueno, lo único agradable aquí son los paisajes. En la ciudad no faltaba día en que tuviera una jaqueca con todo el ruido y el stress. Tal vez y solo tal  vez, Dakota del Sur no será peor de lo que pensé.
Llegamos a la casa y mi madre me mostró mi nueva habitación. Era hermosa, debo admitir. La luz del sol de las 5 de la tarde se asomaba por la grande ventana y las elegantes cortinas blancas combinaban con las sábanas de la cama. Comencé a desempacar. Eran demasiadas mis maletas. Por suerte tenía una sirvienta que me ayudaría. Después de encargarle que se ocupara de mis cosas, salí sin avisar.
Aunque había pensado que sería fácil hacer amigos, al parecer no lo era tanto.
Fue fácil, porque como de costumbre, los chicos de la cuadra, se acercaron inmediatamente con bienvenidas y frases que dejaba entrever que les interesaba. Me recordaban a ese tipo de moscas que no dejan de molestar a una persona, solo para obtener “su objetivo” de la mesa. Ese tipo de las que no se despegan de ti por más que las golpees. Pero fue difícil porque las chicas parecían que estaban demasiado enojadas, -más bien diría celosas- porque todos los chicos se me acercaban.
Aunque había demasiada gente alrededor de mí, me sentía sola. No podía explicar esa sensación de vacío.
¿Extrañaba Nueva York? ¿Era eso?
Aunque no quisiera admitirlo tal vez necesitaba un buen amigo en quien confiar. Alguien que no solo se interesara en mi cara o dinero. Que me pudiera escuchar, sin intereses ocultos. Lo necesitaba en serio.

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