Me he sentido perdida. Una, diez, mil veces. Pero ninguna como esta. En esta ocasión decidí echar todo por la borda. Quitarme las ataduras y olvidarme de todo lo cuerdo que me alejaba de la locura. Decidí dejar salir mis más oscuros instintos. Reprimí con todas mis fuerzas los sentimientos de culpa...
Y he aquí el resultado...
nada me había dejado tan vacía como hasta ahora.
He leído mis propias palabras de tiempo atrás y me doy cuenta cuanto esfuerzo hice por no llegar a este punto. Cuántas eran mis ilusiones y qué tan grade era mi esperanza de que todo cambiara.
Pero ahora lo veo más claro.
Hay que caer para levantarse más alto. Necesitaba perderme para volver a encontrarme.
No podemos vivir toda la vida disculpándonos. La vida no es vida sin errores aprendidos. En realidad es mucho más divertida cuando hay retos implicados.
¿Por qué no lo había visto antes?
Porque, claro, siempre había estado cegada ante la meta de perfección. La cual ni yo, ni hoy la podré conseguir. Así que.. ¿Qué otro remedio más hay que no sea afrontar la verdad?
Y la verdad es que ha llegado el momento de ser fuerte. El momento de no esconderme tras estúpidas excusas. EL MOMENTO DE SER YO QUIEN EN REALIDAD SOY.
No más miedos, no más expectativas. Mi realidad es la única verdad.
La acepto y seguiré con ella.
Nada más que re-programarme. Lo he hecho antes y esta vez lo puedo hacer MUCHO mejor.
Descubrí la fuerza que tengo para hacerlo. Me reinventaré a mi misma. Cambiaré mi ambiente alrededor, empezando por mi. Nada más importa.
Llegó el momento.
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