No sentía mis manos.
Mi rostro se veía más pálido de lo norma y el frío no me dejaba caminar.
Tenía ropa de invierno, y estaba adentro en un lugar cerrado.
Era un día cualquiera de verano.
Entonces comprendí que el frío no era externo,
venía de ADENTRO

Comentarios

Entradas populares de este blog

Renascence

Vive

Dos de junio