Viernes
Un día cualquiera en viernes. El sol ilumina cada lugar de este día caluroso y el pasto se comienza a tornar dorado. Cuando mi vista se detiene en la biblioteca, de pronto te veo a ti corriendo por el balón que alguien a golpeado demasiado fuerte. Regresas al lugar donde todos juegan y te observo discretamente. Platicas con alguien y entonces retiro la vista porque no quiero que te des cuenta de mi mirada. El solo hecho de verte me hace sentir bien de alguna forma. Me dio una emoción tremenda cuando llegué a este lugar y te vi, por un momento quise creer en "el destino". Imaginé lo mágico y bello que sería que este encuentro no fuera mera casualidad. Me habría gustado que me miraras.
Veo la floreria y entro a comprar un girasol para mi mamá. Mientras camino hacia el kiosko te miro. Tu rostro de ha tornado completamente rojo, el sol siempre te provoca ese efecto.
Regreso mi mirada a la flor e imagino como sería el día en que tú me regalaras mi flor favorita...justo la que en mis manos sostenía.
Por primera vez me sentí libre. La simple posibilidad me llenaba de vitalidad, de una extraña fuerza que me hacía sentir invencible.
¿Cómo es que algo tan bello en su momento ahora te puede dejar un dolor inmenso? Es como si no fueras consciente de que necesitas algo y de pronto llega a ti y ves todo tan diferente y cada pequeña cosa ahora tiene una razón y un significado. Y ese algo se aferra a ti, entra en ti y de pronto ya es parte de ti y cuando te das cuenta nunca fue parte de ti. Emprendes el vuelo hacia algo maravilloso y entonces la caída es tan dolorosa porque jamás imaginaste que aquello solo era producto de tu imaginación y creiste que volabas cuando todo lo que hacías era saltar al abismo.
En este día tan caluroso, nos amparamos bajo la sombra del kiosko, reímos, y me pregunto: ¿cómo es que dos desconocidos pueden tener una conexión como esta en tan pocos días? De alguna forma lo supe desde que te vi aquel día de septiembre. Por un pequeño instante me hiciste amar los viernes. Nos acercamos y nos damos un tierno beso, de esos que no dan de que hablar a la gente, de esos en los que una sola caricia puede expresar todo.
Me siento tan libre. Contigo puede ser lo que yo quiera, vamos a la tienda y compramos golosinas. Hace una semana compartimos un helado y hace dos una bolsa de papas. No necesitamos de más placeres que los pequeños gustos de la vida. Caminamos tomados de la mano y reímos por cualquier cosa.
Pero nada de esto es verdad. Pudo pasar, pero no lo fue y tengo que aprender a dejarte ir. Porque ya me estoy cansando de esta maldita obsesión por querer vivir lo que nunca pasó.
Porque tal vez la razón de esto sea la curiosidad de la imposibilidad. Porque si esto hubiese sido real tal vez toda esa magia y todos esos momentos habrían sido una utopía, algo mucho menos real que lo que hay en mis sueños.
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